Virginia M. Axline narra el proceso psicoterapéutico de un niño de
5 años quien se llama Dibs y es catalogado como un niño con retraso
mental por sus propios padres y las personas que le rodea,
sin saber que realmente es un niño con falta de identidad
personal y un retraso en la inteligencia emocional creada por
la ausencia de afecto desde su nacimiento. A través del proceso,
Virginia Axline explica los principios básicos en la terapia de juego no directiva y las técnicas empleadas para reflejar las emociones del niño.
I. Dibs , en busca del yo es un libro escrito por Virgina Axline (1975) donde
relata el proceso psicoterapéutico de un niño de 5 años
llamado Dibs, cuyos padres reportaban como un niño con retraso mental, un niño
muy retraído que
presentaba perturbaciones de la conducta, el desarrollo lingüístico y área
emocional. Lo que derivaba era retraimiento y una conducta agresiva
hacia sus compañeros y cuidadores como hacia el mismo al no quererse relacionar
con nadie, ni mostrar sus sentimientos. Dibs asistía a una escuela ordinaria,
sin embargo su comportamiento era complejo de controlar para sus maestras.
II. Durante la historia narrada de Dibs, se menciona a los miembros de su
familia como seres emocionalmente lejanos hacia Dibs, lo cual causaba en el
paciente, complejidad emocional en los intentos fallidos de las relaciones
interpersonales. Su madre, una médico cirujano solía ser muy exitosa antes del
nacimiento de Dibs, renunció a su trabajo y se sentía avergonzada de Dibs. Su
esposo, el padre de Dibs era un científico “un hombre brillante, pero distante” quien se enterró en el trabajo para no
llegar a su casa. La hermana menor, Dorothy, es descrita como una niña perfecta
que no se relacionaba con Dibs. Por lo contrario, la abuela es la persona con
la que Dibs se relacionaba durante los primeros 3 años de vida, hasta que ella
se fue a vivir a otro estado cuando ya lo visitaba 3 años.
III. Para los padres de Dibs, su nacimiento fue un evento traumático que “les
estropeó la vida y les arruinó sus planes. “ (madre de Dibs) Para ambos
profesionales, desde el inicio Dibs los avergonzaba, los padres habían crecido
en el seno de hogares en los que la inteligencia y los logros académicos se
valoraban por encima de otras. Dibs es comparado con un animal salvaje porque
no hablaba, no jugaba y atacaba a las personas, razón por la que fue escondido
hacia los demás, y por la que lo llevaron al neurólogo para un diagnóstico psiquiátrico
y psicológico. Para la madre Dibs era esquizofrénico o autista. Los siquiatras
y las trabajadoras sociales señalaron a los padres su comportamiento hostil y
de Erazo hacia dibs mencionando que necesitaban ayuda. Dibs ingresó a la
escuela donde su maestra se esforzaba por comprender su comportamiento, sin
darse por vencida. El perfil de Dibs antes de inicial la terapia ciertamente
manifestaba negación y el rechazo al contacto físico, su lenguaje limitado, las
reacciones agresiva, las conductas repetitivas, la amenaza de la invasión de su
espacio y la incapacidad de socializar se podían categorizar como rasgos de un
niño autista.
IV. Como se menciona en el libro, Dibs es un niño necesitado de afecto,
desde su nacimiento su patrón de conducta aprendida fue el rechazo, la
hostilidad, y las críticas de sus padres. A pesar de ser un niño diagnosticado
como superdotado, tenía un retraso emocional causado por la indiferencia de los
padres. Dando lugar a su conducta agresiva y limitante intra e interpersonal.
Su frustración al no tener una forma de comunicarse con dignidad con los demás
y con él mismo, la incapacidad de contactarse con su interior que no había sido
desarrollada en la realidad exterior, había provocado en él sentimientos de ira
hacia la dinámica familiar y escolar, Ay, yo
odio-odio-odio …te escupo en la cara. Te escupo en el ojo. Te arranco la cabeza
en lo profundo de la arena …¿te gustó mi canción?” Esta fue una de
las canciones que Dibs cantó en una de las sesiones de juego no directivo,
mostrando realmente una ira incontrolada. A través del juego no directivo, Dibs
pudo descubrir su Yo verdadero, logró interiorizar sus experiencias y madurar
con respecto a su realidad. Su desahogo logró que Dibs pudiera expresar sus
emociones tanto negativas como positivas. LA dinámica familiar era el punto
clave en el desarrollo emocional del niño. Su conflicto era aprender a conocer
y conectarse con su área emocional.
V. El proceso psicoterapéutico inicia desde las observaciones que V.
Axline hace en la escuela, sin embargo, no se deja guiar ni se basa en los
comentarios o las interpretaciones de otras personas. Es allí donde se
establece la primera sesión en el salor de juego de la escuela, donde la
terapeuta le hace ver al paciente cómo será el proceso desde allí. Al continuar
con el proceso, V. Axeline visita a los padres para solicitar permisos y firmas
de autorización para grabar y escribir sobre la terapia. En esta parte la
autora deja en claro que no toma una actitud de presión ni hostigante ante la
familia ya que ella no quería que fuera a sentirse como un compromiso. Después
de recibida las cartas firmadas y autorizadas, la terapeuta establece los principios
a trabajar como los horarios y los días sin establecer un lazo emocional con el
paciente. Se recalca durante el relato, la importancia del horario establecido
y el cumplimiento con el mismo. A pesar de los intentos de Dibs por permanecer
más en el área de juegos, Axline mantuvo las reglas del juego bastante claras.
Por otro lado, la terapeuta no se precipitó en hacer juicios ni
interpretaciones de las conductas observadas, simplemente se enfocó en reflejar
las emociones del niño. La continuidad del proceso era tal y como Dibs quería,
dándole la oportunidad de decidir y descubrir por si mismo. Al final, se le
permitió a Dibs despedirse del cuarto, se le dio otra cita que el niño había
solicitado después del verano para poder despedirse y creo que esa fue su forma
de agradecerle a la terapeuta. Y así fue como se cierra el proceso.
VI.
En otra instancia, se
puede observar la funcionalidad de los diálogos mantenidos entre la terapeuta y
el niño. La terapeuta como primer principio, establece una relación amigable
con Dibs. En la primera sesión realizada en el cuarto de juego de la escuela,
V. Axline establece claramente que es Dibs quien guiará como se llevará a cabo
la sesión, permitiéndole al niño que se exprese tal y como él lo quiera. Así también
se pudo observar que el terapeuta no sugiere ni hace interpretaciones precoces
ante la conducta del niño, más bien, muestra una conducta alerta a las
emociones expresadas por Dibs reflejándole solamente los sentimientos sin
emitir juicio a su conducta y así le da la oportunidad al niño para que sea él
quien identifique lo que está manifestando a través del juego y de esta forma
pueda hacer una autorreflexión de sus propias expresiones, en esta frase, se
puede ver uno de los reflejos realizados por la terapeuta, logrando que Dibs
hiciera un contacto con su yo interior. Dibs: “hace
un día lindo afuera. Miss A. ¿por qué es siempre un día lindo cuando estoy aquí?
Virginia: “¿te parece que siempre es un día lindo cuando vienes aquí?” Sin
embargo, a pesar de tener una actitud permisiva, los principios de respeto y
responsabilidad fueron establecidos desde una primera instancia, Virginia: “No le pregunté si quería irse. En
realidad, no había decisión que él tuviera que tomar. Tampoco le pregunté si le
gustaría regresar. Podría no querer comprometerse; además, a él no le
correspondía decidir”. Esto expresa como la terapeuta buscaba evitarle
conflictos al paciente y le daba un papel de responsabilidad en su propio
proceso de madurez. Axline mostró distancia entre las relaciones emocionales
que el paciente pudo haber favorecido sin embargo siempre estableció un
ambiente que le brindaba seguridad y confidencia a Dibs, incluso al despedirse él
menciono: “Tal y como yo lo quiero” él se sentía capaz de tomar sus propias
decisiones.
VII. En la lectura, se muestra
como Dibs fue madurando al experimentar sus capacidades y reconocer su propia
identidad y a conocerse y aceptarse el mismo. Los sentimientos de frustración y
ansiedad que lo hacían refugiarse en un mundo indiferente fueron disminuyendo a
través de la búsqueda profunda que Dibs hizo en él mismo. Logró establecer sus diferencias
y sus sentimientos para comprenderse a sí mismo y exteriorizar sus emociones.
La terapia de juego
no directivo y la actitud del terapeuta le permitieron establecer seguridad en él
mismo, brindándole independencia emocional al darle la responsabilidad que fuera
él quien escogiera qué hacer y cómo hacerlo. Se abrió un mundo en el que Dibs podía
autodescubrirse a través del juego, sin apresurarlo y siguiendo su iniciativa
respetando su espacio. También se puede
concluir que la relación entre paciente-terapeuta fue establecida desde el
inicio como una relación sin compromiso de parte de la terapeuta pero si mostrándole
al paciente que estaba atenta a las emociones que en el niño podrían despertar
en el juego.
A partir del juego
simbólico Díbs proyectó sus emociones tanto dolorosos como los que fueron emergiendo
con fuerza y seguridad y que abrieron el camino en busca del “Yo verdadero” de Dibs.
Bibliografía:
Axline, Virginia M. DIBS, en busca del yo. Editorial Diana, Mexico, 1977.